Sin identidad digital, no hay comida: la advertencia de una sociedad de control que ya está aquí
Una frase dice que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones. En 2025, ese camino es digital: escaneado, vigilado por CCTV y cada vez más ineludible. Desde Beijing hasta Berlín, Londres y más allá, los gobiernos están desplegando identidades digitales que prometen conveniencia y seguridad, pero a costa de algo mucho más profundo: nuestra libertad. La promesa es simple: un identificador único que facilite la compra de comida, el transporte y el acceso a servicios digitales. Pero el costo es una vigilancia permanente de la que apenas nos damos cuenta hasta que ya es demasiado tarde. Sin identidad digital, no hay participación en la sociedad.
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China: el 'Citizen Credit Reset' ya en marcha, un ID único para todo
El sistema se ha consolidado en una base de datos nacional. Cada transacción, cada compra, cada viaje en metro y cada inicio de sesión quedan vinculados a un identificador personal. Lo que antes llamaban el 'crédito social' se ha convertido en algo más frío y eficiente: no hay un espacio para la ambigüedad, solo cumplimiento. Quien no tenga ID digital no puede participar en la vida cotidiana. Los críticos lo describen como un 'punto de no retorno': un nivel de control con el que la ciudadanía difícilmente puede consentir.
Reino Unido: un carnet digital obligatorio para trabajar y acceder a servicios
El primer ministro Keir Starmer ha puesto las identidades digitales en el centro de su agenda de inmigración y seguridad. Se prevé que el sistema sea obligatorio para 2029: sin una ID emitida por el gobierno, las personas podrían no poder trabajar. Los datos personales y de ciudadanía se almacenarán en dispositivos móviles y serán necesarios para empleo, impuestos y, progresivamente, para acceder a servicios públicos. Los grupos defensores de libertades civiles, como Big Brother Watch, los denominan una 'checkpoint society'.
Europa: la ruta hacia el euro digital y la vigilancia de la comunicación
Bruselas avanza con el euro digital, una posible moneda digital de banco central (CBDC) que entra en pruebas en octubre. Se presenta como eficiencia e inclusión, pero analistas señalan que podría permitir un dinero 'programable' sujeto a políticas públicas. La BCE promete privacidad comparable al efectivo, pero los críticos advierten que los sistemas digitales nacen con vigilancia integrada. Además, el proyecto Chat Control propone escanear mensajes en plataformas cifradas. Meredith Whittaker, directora de Signal, ha dicho que prefiere retirarse de Europa antes que comprometer la integridad del cifrado.
Qué hacer ahora: opciones reales para resistir la concentración de datos
La pregunta no es si la tecnología es intrínsecamente autoritaria, sino qué marco de gobernanza la rodea. La solución no es vivir en nostalgia, sino prepararse para la posibilidad de optar por no participar: impulsar la descentralización, usar plataformas resistentes a la censura como Nostr y favorecer monedas propias como Bitcoin. La historia no recordará a quienes guardaron silencio; recordará a quienes, cuando todavía pudieron, eligieron salir.