Seis adolescentes robaron una lancha de pesca y pasaron 15 meses a la deriva: tormentas, hambre y una isla rocosa frente a Tonga
Esta no es ficción: es la historia real de seis jóvenes que, buscando una aventura, robaron una lancha de pesca y se adentraron en aguas abiertas. No volverían a casa durante quince meses. A la deriva, enfrentaron tormentas, escasez de agua y una isla rodeada de acantilados antes de ser rescatados.
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La travesía que salió mal: de la playa al océano sin retorno
En 1966, seis adolescentes de Ha\'afeva, una isla de Tonga, decidieron vivir una aventura tras la escuela. Buscaron la playa, robaron la lancha y se adentraron en aguas abiertas. No imaginaban que regresarían a casa 15 meses después. A las pocas horas, se alejaron demasiado de Nuku\'alofa, y al amanecer comenzó la tormenta: el viento soplaba con furia, las olas crecían y el ancla se rompió; el velamen fue arrastrado por el viento.
Sobrevivir en Ata: hambre, refugio y el primer fuego
Después de ocho días de deriva, la tormenta dejó a los chicos cerca de Ata, a unos 150 kilómetros de su punto de partida. Pero no era un paraíso: las tierras eran rocosas, rodeadas de acantilados y olas que golpeaban sin cesar. Comprendieron que quizá tendrían que quedarse mucho tiempo. Aprendieron a cazar aves marinas, comer sus huevos y beber sangre para calmar la sed cuando la lluvia escaseaba. Construyeron una pequeña cabaña con ramas y tablones y, tras tres meses, lograron encender un primer fuego. Comían lo que encontraban: pescado, papaya, mango y cocos.
La esperanza y el escape fallido
Un mes después intentaron construir una nueva balsa para escapar, pero no funcionó. Pasaron los días y las semanas se volvieron meses. En Ha\'afeva, sus familias lloraban y se planeaban funerales anticipados. Al cabo de un año y tres meses, avistaron un barco. Uno de los chicos, desesperado, se lanzó al agua y nadó hacia la embarcación de Peter Warner, un aventurero australiano que navegaba por la zona. La tripulación dudó al principio, pensando que eran salvajes; pero un joven sabía inglés y explicó la situación. Warner permitió que subieran a bordo, les dio ropa y comida y los llevó de regreso a Tonga.
Consecuencias y legado: reintegración, reparación y cine que cuenta su historia
A su llegada a Tonga, los jóvenes fueron arrestados por el robo del barco de ocho metros. Peter Warner intervino de nuevo: vendió su historia a un canal australiano y usó el dinero para compensar al dueño de la lancha, quien finalmente aceptó retirar los cargos. A pesar de las heridas, los muchachos afirmaron que aquella experiencia les enseñó más de lo que hubieran aprendido en casa o en la escuela. Sus relatos dieron origen a una película de ficción austríaca y, posteriormente, a un documental dirigido por Álvaro Sereso. Más materiales en nuestro canal de Telegram.