Volví de la muerte: hay definitivamente una vida tras la muerte
Ray Catania tenía 20 años cuando murió en una fuga de gas que inundó su habitación y prendió fuego a la casa de sus padres mientras dormía. A través de una visión de fuera del cuerpo, vio su propio cuerpo y la habitación en colores brillantes, como si pasara de una televisión antigua a alta definición. Recordó exactamente la sudadera que llevaba y admitió que, al morir, orinó. En la esquina opuesta apareció la Luz: un cono blanco que no era una luz, sino todo: amor, paz, alegría, iluminación; un ser desconocido lo llamó hacia su interior y Ray sintió una felicidad inimaginable. Regresó a la vida cuando los paramédicos lo resucitaron, y, aunque no sintió dolor, descubrió que había muerto varias veces en el trayecto al hospital. Esta experiencia cambió su vida: se formó como consejero metafísico y ha escrito sobre lo que ha visto; afirma que, al final del día, todos somos uno y formamos parte de esa luz.
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Una noche de gas letal y una experiencia fuera del cuerpo
La fuga de gas hizo que la habitación se llenara, y Ray recuerda que no podía moverse ni gritar. "No podía mover mis piernas... estaban completamente paralizadas. No podía mover mi cabeza del cojín; no podía gritar o hablar". Al mirar desde un rincón, vio su cuerpo y la habitación parecía un cuadrado perfecto, con colores intensos y brillantes; pudo recordar la sudadera que llevaba. Del otro lado apareció la Luz: un cono blanco que era todo: amor, dolor, paz, alegría e iluminación. Un ser desconocido lo llamó hacia el cono y Ray experimentó una dicha incomparable. Pero cuando se acercó, su padre irrumpió en la habitación, llorando y llamando a los paramédicos. Ray fue resucitado en la planta baja; no sintió dolor. Más tarde descubrió que había muerto varias veces en el trayecto al hospital.
El regreso, el miedo y el asombro de sobrevivir
Durante años, Ray pensó que estaba perdiendo la cordura. En su relato, aprendió que ya había muerto varias veces en el viaje al hospital, pero se mantuvo en pie gracias a la curiosidad por lo desconocido. Años antes, ya había experimentado visiones cercanas a la muerte: a los 10 años, una corriente de pesca en Wildwood Beach le habló con una voz: “calma, nada se apura, nada te falta”. Esa experiencia le enseñó a enfrentar peligros con serenidad. Más tarde, trabajando en un bar de Nueva York, logró escapar de un tiroteo cuando una ‘entidad mística’ le mostró la salida. Con el tiempo, un encuentro con una medium en su forties le abrió la puerta a estudiar y convertirse en consejero metafísico, y escribió sobre lo que ha visto. Aunque contó estas historias a amigos y familiares, muchos la tomaron como locura.
Stella Ralfini: cuatro minutos sin latidos y una vida transformada
A los 16 años, Stella Ralfini vivió un accidente de coche en el que su corazón dejó de latir durante cuatro minutos. Durante ese lapso, vio su vida pasar muy rápido, desde la infancia hasta los momentos con sus padres, y luego observó desde arriba. Recordó oír a quienes intentaban reanimarla y, en un momento, dijo: “No soy demasiado joven para morir. Quiero volver a mi cuerpo.” Al despertar, fue consciente de que su alma había estado fuera de su cuerpo. Este episodio marcó el inicio de su camino: se convirtió en budista, entrenó como maestra de Reiki en Japón y aprendió de monjes en China. También ha trabajado acompañando a personas al final de sus vidas y describe ver una corriente de luz que parece salir de la frente o de la coronilla de los moribundos. Ahora, a sus 78 años, está convencida de que no morimos cuando el cuerpo muere y se pregunta: “¿Quién era entonces el que miraba?”
Abigail Barnes: un umbral entre mundos y la búsqueda de respuestas
Abigail, de 45 años, sufrió un ictus masivo y, en Massachusetts General Hospital, vivió un tránsito entre dos realidades. Despertó en un pasillo y sintió que estaba en dos mundos a la vez: la habitación blanca y el mundo normal. Escuchó un “comité de voces” discutiendo si debía volver: algunos decían que no tenía más de 32 años y no había hecho todo; otros decían que le dieran otra oportunidad. También tuvo una experiencia con un ser alado, y su madre, que viajaba desde Londres, rezaba para que los ángeles la ayudaran.