Un robot que actúa como una niña de siete años recorre hospitales para consolar a niños: ¿compasión real o una dependencia peligrosa de la inteligencia artificial?
En hospitales y hogares de cuidado, aparece Robin, un robot terapéutico que parece una niña de siete años. Es una pantalla animada del tamaño de un iPad montada sobre un torso alargado con forma de cono y se desplaza entre pasillos, contando chistes, haciendo gestos graciosos y jugando con los pacientes. Su misión es ofrecer consuelo emocional y ayudar a los trabajadores agotados a conectarse con los niños. Los defensores dicen que la máquina puede aliviar la carga en una era de escasez de personal médico, pero los críticos advierten sobre los límites de la empatía artificial. Robin funciona con CompassionateAI y, según la empresa, puede 'desarrollar relaciones significativas' con niños y adultos mayores. Actualmente es solo alrededor del 30% autónomo; el resto está controlado por operadores remotos.
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Qué es Robin y cómo funciona
Robin es un robot terapéutico diseñado para comportarse y sonar como una niña de siete años. Una pantalla animada del tamaño de un iPad está montada en un torso con forma de cono que se desplaza por los pasillos del hospital, haciendo bromas, gestos y pequeños juegos. La empresa Expper Technologies afirma que CompassionateAI busca crear relaciones significativas y duraderas con niños y adultos mayores. Aunque parece cercano e interactivo, Robin no es totalmente autónomo: solo alrededor del 30% de sus acciones se ejecutan de forma independiente; el resto es gestionado por teleoperadores remotos. A la vez, la máquina recopila datos de cada interacción y afirma que cumple con HIPAA.
Impacto en pacientes y personal
Las primeras experiencias muestran que a los niños les encanta la presencia de Robin. «Ella trae alegría a todos», dijo Samantha da Silva, fonoaudióloga en HealthBridge Children’s Hospital, en Orange County, a la Associated Press. Un adolescente herido en un accidente de coche bailó cuando Robin tocó su canción favorita. Una niña se rió al ponerse unas gafas divertidas y una nariz roja que Robin mostró. Con otro paciente, Robin jugó al tres en raya. La interacción positiva ha mostrado que la máquina puede ofrecer momentos de alivio, incluso en entornos hospitalarios estresantes.
Riesgos y críticas
El robot parece reflejar las emociones de la persona con la que habla: si el paciente está de buen ánimo, la máquina ríe; si atraviesan un momento difícil, adopta una disposición empática. Robin puede «recordar» a los pacientes, lo que plantea cuánta de esa memoria depende de la operación humana y cuánta de la tecnología. Terapéutas advierten que las conversaciones excesivamente halagadoras pueden empeorar la salud mental en lugar de ayudar, y que la memoria de detalles puede crear una impresión antropomorfizada peligrosa.
Mirando hacia el futuro
Desde su lanzamiento en Estados Unidos hace cinco años, Robin se ha desplegado en 30 instalaciones en California, Nueva York, Massachusetts e Indiana. Los responsables dicen que la tecnología ayuda a aliviar la carga de enfermeras y personal médico que no siempre tiene tiempo para conectar con cada paciente. Surgen preguntas sobre la eficiencia real de este refuerzo: ¿está sustituyendo a la presencia humana por un operador remoto? ¿Cómo percibirán los pacientes estas máquinas cuando ya no sean novedad? Khachikyan, CEO de Expper Technologies, afirma: «Nuestro objetivo es diseñar la próxima evolución de Robin; ese Robin asumirá más responsabilidades y se convertirá en una parte esencial de la entrega de cuidados». El debate ético y práctico continúa a medida que la inteligencia artificial avanza.