Turkana: una dieta de carne, leche y sangre que les permite prosperar en uno de los desiertos más secos de la Tierra
En el noroeste de Kenia, los Turkana viven en uno de los desiertos más áridos del mundo. Su dieta se basa principalmente en leche, carne y sangre de sus rebaños de camellos y cabras. Hasta un 80 por ciento de su alimentación proviene de productos animales; una proporción que, para la mayoría, sería incompatible con la salud. Sin embargo, esta comunidad ha mantenido esa dieta durante generaciones, adaptándose al entorno extremo y a la escasez de vegetales silvestres.
Descubrimiento clave: ocho regiones del ADN que sostienen una dieta extrema
Con el permiso de la comunidad y de sus ancianos, la Universidad Vanderbilt y sus colegas realizaron entrevistas y recogieron muestras de orina y sangre de 308 personas Turkana. Algunos seguían con su estilo de vida nómada; otros se habían asentado en pueblos o ciudades. Comparando sus genes con los de otras comunidades indígenas de la región —casi 8 millones de variantes genéticas—, los investigadores identificaron ocho zonas de diferencias consistentes. Uno de esos cambios está en el gen STC1, que hace que los riñones retengan más agua. Los científicos creen que esto podría ayudar a proteger los riñones de los desechos generados por la alta ingesta de carne. Una mayor ingesta de purinas puede provocar gota; entre los Turkana, esa enfermedad es poco común. Estas diferencias podrían ser desadaptativas para quienes se trasladan a la ciudad, apoyando la teoría de desajuste evolutivo. Lea y su equipo explican que estas diferencias están detalladas en su artículo. El estudio comparó casi 8 millones de variantes y sugiere que estas adaptaciones pueden influir en la salud en entornos urbanos.
Implicaciones para la salud y el futuro: urbanización y prevención
Las autoridades y científicos esperan que este conocimiento beneficie a los Turkana y a otros pueblos indígenas ante la urbanización y otros cambios ambientales. Entender estas adaptaciones podría ayudar a diseñar programas de salud que anticipen riesgos como tensión renal y enfermedades metabólicas, y a crear estrategias de prevención más eficaces. El trabajo, publicado en Science, subraya que la biología humana está entrelazada con cultura y entorno. Para quienes migran de la ganadería nómada a la vida urbana, este marco puede orientar a médicos y autoridades sanitarias para responder mejor a sus necesidades.