Las patas largas de las jirafas no son por el cuello, son un truco de ahorro de energía
Si alguna vez te has preguntado por qué la jirafa tiene un cuello tan largo, la respuesta parece clara: les permite alcanzar hojas suculentas en la copa de las acacias de África. Solo las jirafas tienen acceso directo a esas hojas, mientras que los mamíferos más pequeños deben competir cerca del suelo. Esta fuente de alimento exclusiva parece permitir que la jirafa se reproduzca durante todo el año y sobreviva mejor a las sequías que las especies más cortas. Pero el cuello largo tiene un costo alto. El corazón de la jirafa debe generar suficiente presión para bombear la sangre a varios metros hasta su cabeza. La presión arterial de una jirafa adulta suele superar los 200 mmHg, más del doble de la de la mayoría de mamíferos.
El corazón de la jirafa debe vencer la gravedad con una presión de más de 200 mmHg
Como resultado, el corazón de una jirafa en reposo utiliza más energía que todo el cuerpo de un humano en reposo, e incluso más energía que el corazón de cualquier otro mamífero de tamaño comparable. Sin embargo, como mostramos en un nuevo estudio publicado en Journal of Experimental Biology, el corazón de la jirafa tiene algunos ayudantes no reconocidos en su lucha contra la gravedad: las largas patas del animal. En nuestro nuevo estudio, cuantificamos el coste energético de bombear sangre para una jirafa adulta típica y lo comparamos con lo que ocurriría en un animal imaginario con patas cortas pero cuello más largo para alcanzar la misma altura de la copa. Este beast era una combinación al estilo Frankenstein del cuerpo de un eland africano común y el cuello de una jirafa. Lo llamamos un "elaffe". Encontramos que el animal gastaría un asombroso 21 por ciento de su presupuesto energético total en alimentar su corazón, en comparación con un 16 por ciento en la jirafa y un 6,7 por ciento en los humanos. Al elevar su corazón más cerca de su cabeza mediante las largas patas, la jirafa "saves" un 5 por ciento neto de la energía que ingiere de la comida. En el transcurso de un año, este ahorro de energía sumaría más de 1,5 toneladas de alimento — lo que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte en la sabana africana. En su libro Cómo Funcionan las Jirafas, el zoólogo Graham Mitchell revela que los antepasados de las jirafas ya tenían patas largas antes de evolucionar cuellos largos. Esto tiene sentido desde el punto de vista energético. Las patas largas facilitan el trabajo del corazón, mientras que los cuellos largos lo hacen trabajar más. Sin embargo, la evolución de las patas largas vino con un precio: las jirafas se ven obligadas a separar sus patas delanteras al beber, lo que las hace lentas y torpes para levantarse y escapar si aparece un depredador. Las jirafas son las más propensas de entre todos los mamíferos presa a abandonar un abrevadero sin beber. El coste energético del corazón aumenta en proporción directa a la altura del cuello, por lo que debe existir un límite. Un dinosaurio saurópodo, el Giraffatitan, se eleva 13 metros por encima del suelo del Museo de Historia Natural de Berlín. Su cuello es de 8,5 m de altura, lo que requeriría una presión arterial de unos 770 mmHg para llevar la sangre a su cabeza — casi ocho veces lo que vemos en el mamífero medio. Esto es poco plausible porque el coste energético del corazón para bombear esa sangre habría superado el coste energético de todo el resto del cuerpo. Los saurópodos no podrían levantar la cabeza tan alto sin desmayarse. De hecho, es poco probable que cualquier animal terrestre en la historia supere la altura de una jirafa macho adulta. Roger S. Seymour, Profesor Emérito de Fisiología, Universidad de Adelaida y Edward Snelling, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad de Pretoria.
Notas y créditos
Este artículo se republica de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Autores: Roger S. Seymour, Profesor Emérito de Fisiología, Universidad de Adelaida; Edward Snelling, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad de Pretoria.