No Image x 0.00 + POST No Image

La última mujer del pueblo Nicolénio: 18 años aislada en la isla San Nicolás

SHARE
0

El barco de evacuación desapareció en el horizonte y Juana María quedó sola en la isla San Nicolás, la más remota frente a la costa de California. Era la última sobreviviente del pueblo Nicolénio. Dieciocho años de silencio y soledad la esperaban, mientras la tripulación partía, dejando un plan cuyo nombre sonaba a ironía: "Peor es Nada".

La última mujer del pueblo Nicolénio: 18 años aislada en la isla San Nicolás

1835: la evacuación apresurada dejó atrás a Juana María

En 1835, misioneros y marineros decidieron evacuar a todos los habitantes de San Nicolás rumbo al continente. En medio de la prisa y el temporal, Juana María quedó olvidada. La isla, ventosa y remota, se convirtió en su prisión: dieciocho años de vida entre nieblas, acantilados y el rugido del Pacífico. Cuando por fin llegaron noticias desde la costa, ya era demasiado tarde para su gente: los demás, traídos al continente, habían muerto por enfermedades que no enfrentaron.

1835: la evacuación apresurada dejó atrás a Juana María

Una vida autosuficiente: la casa de huesos de ballena y la mesa de mar

Juana María no pasó sus días esperando rescate. Construyó dos refugios: una cueva natural y una casa principal hecha de huesos de ballena, cuyas costillas servían de vigas y que fue descubierta en 1939 por arqueólogos. En su vida cotidiana dependía de la grasa y la carne de foca; cazaba aves marinas y, con plumas y huesos, hacía ropa, herramientas y utensilios. También recogía peces y moluscos y creó anzuelos de conchas de abalón. Además, tejía cestas y recipientes de fibras vegetales, impermeabilizados con bitumen natural; tenía perros que crió desde cachorros para ayudarla en la caza.

Una vida autosuficiente: la casa de huesos de ballena y la mesa de mar

El encuentro con los salvadores: los cazadores que traicionaron la calma de la isla

A mediados del siglo XIX circulaban historias de una mujer salvaje en la isla. El cazador George Nidewer y su equipo llegaron a la choza de Juana María mientras ella faenaba una foca. No huyó: la recibió con una sonrisa y la invitó a compartir comida. Pero poco después fue capturada y llevada al continente, a Santa Bárbara, donde nadie hablaba su lengua: Nicoleno estaba ya muerta y ella era la última portadora.

El encuentro con los salvadores: los cazadores que traicionaron la calma de la isla

La despedida de una civilización: el viaje, la muerte y el olvido

Al llegar a la costa, Juana María vivió un choque biológico. Su microbioma estaba adaptado a la dieta isleña, rica en grasa de foca y fibra vegetal. Al introducir carne de res, maíz, manzanas y uvas, su sistema digestivo no soportó el cambio y sufrió disentería. Doce semanas después de su llegada, el 19 de octubre de 1853, Juana María falleció. Con su muerte desapareció también la lengua Nicoleno: quedaron apenas cuatro palabras y dos canciones registradas. Fue enterrada en la finca de Nidewer, en la misión de Santa Bárbara; el mundo se fue quedando sin su historia.

La despedida de una civilización: el viaje, la muerte y el olvido