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La promesa de vivir para siempre ya no es ficción: la industria de la longevidad captura multimillonarios, pruebas invasivas y promesas sin evidencia

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Si pudieras, ¿pagarías para vivir para siempre? En Silicon Valley, multimillonarios buscan la inmortalidad con dietas controladas, pruebas médicas constantes y transfusiones de plasma sanguíneo de su propio hijo. Detrás de estas promesas hay miedo a envejecer y una maquinaria de marketing que transforma esa ansiedad en un negocio multimillonario. La promesa de vida eterna llega junto a costos realistas: dinero, presión para hospitales y un conjunto de prácticas que a menudo carecen de evidencia de beneficio para la salud pública.

La promesa de vivir para siempre ya no es ficción: la industria de la longevidad captura multimillonarios, pruebas invasivas y promesas sin evidencia

El impulso inversor y la promesa: inversión, celebridades y la promesa de la inmortalidad

La industria está inundada de marketing de influencers que venden péptidos, hongos funcionales y otros hacks para alargar la vida, en muchos casos sin evidencia sólida. Pero la inversión detrás de estas ideas es real: capital de riesgo, celebridades y farmacéuticas que ven un nuevo mercado. En un ejemplo extremo, Bryan Johnson gasta millones y se somete a pruebas médicas constantes y a transfusiones de plasma de su propio hijo para “no morir”. Este escenario muestra cuánta plata y cuánta credulidad están en juego, a menudo sin pruebas definitivas de beneficios a la salud.

El impulso inversor y la promesa: inversión, celebridades y la promesa de la inmortalidad

Innovación sin evidencia y el costo para el sistema de salud

La industria de la longevidad se vende como disruptiva, pero sus innovaciones suelen carecer de evidencia de alta calidad para respaldar afirmaciones de salud. Un ejemplo claro es la resonancia magnética de cuerpo entero, promocionada como una forma de detectar cáncer y otras anomalías temprano. Sin embargo, no hay evidencia de que estas exploraciones mejoren resultados en personas sanas, y pueden generar hallazgos incidentales que conducen a más pruebas, costos y ansiedad. Este ecosistema, si bien pretende avanzar la atención, depende del sistema de salud para seguir, derivar y tratar, añadiendo carga a hospitales y personal sin beneficios claros para la población.

Innovación sin evidencia y el costo para el sistema de salud

¿Médica de la vejez o marketing de la enfermedad?

Muchos promotores presentan estas prácticas como medicina preventiva: detectar la enfermedad antes de que aparezca y mantener a las personas sanas por más tiempo. Pero la prevención real en medicina se basa en medidas simples y evidenciadas, como vacunas e cribados adecuados para cada edad. En la longevidad, la evidencia de que pruebas y tratamientos exhaustivos mejoren resultados en personas sanas es débil. Además, su alto costo puede fomentar la patologización de la vejez y desviar recursos de funciones básicas de salud pública que mejoran la vida de millones. Expertos citados en The Conversation señalan que lo que sí funciona son el ejercicio regular, la buena alimentación, el sueño, las relaciones significativas y la medicina basada en evidencia.

¿Médica de la vejez o marketing de la enfermedad?

Lecciones y camino hacia una longevidad responsable

La discusión sobre longevidad debe basarse en la evidencia, los costos y el impacto en el sistema de salud. La verdadera idea de vivir más no pasa por promesas milagrosas, sino por hábitos probados y un acceso equitativo a tratamientos basados en evidencia. Es crucial evitar patologizar la vejez y no desviar recursos de servicios de salud pública esenciales. Este análisis, extraído de The Conversation con aportes de UNSW Sydney y Monash University, invita a mirar críticamente las afirmaciones de la industria y a enfocarse en lo que realmente funciona: ciencia, ética y cuidado comunitario.

Lecciones y camino hacia una longevidad responsable