La luna guarda un secreto perturbador: el mayor cráter no se formó por un impacto frontal, sino por un golpe lateral
El mayor cráter de la Luna, la cuenca Polo Sur–Aitken (SPA), podría haberse formado hace unos 4.3 mil millones de años por un golpe oblicuo desde el sur, no por un choque frontal. La SPA tiene más de 1,900 kilómetros de diámetro. Este hallazgo, publicado en Nature, cambia una parte clave de la historia lunar y podría explicar por qué la cara opuesta está llena de cráteres mientras la cara que miramos desde la Tierra es más suave. La NASA planea estudiar este rasgo en la próxima misión Artemis, que aterrizará en el borde descendente de la cuenca para analizar el mayor y más antiguo basamento de impacto lunar, donde se espera que se acumulen gran parte del material expulsado y los restos del interior de la Luna.
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Un giro inesperado en la historia de la formación lunar
Los investigadores compararon la forma de SPA con la de otras cuencas gigantes del sistema solar. Descubrieron que su forma oblongo, en forma de lágrima, probablemente resultó de un golpe hacia el sur que arañó la corteza lunar y dejó expuestos minerales más pesados. Esta interpretación contrasta con la idea de un impacto frontal y ayuda a explicar la diferencia entre la densidad de cráteres en la cara cercana y la cara lejana.
KREEP, magma y la asimetría de la Luna
Durante la evolución de un supuesto océano de magma, los minerales más pesados hundieron para formar el manto, mientras los más ligeros formaron la corteza. Algunos minerales —potasio, tierras raras y fósforo— quedaron atrapados como KREEP, concentrados entre el manto y la corteza. En la Luna, KREEP se acumuló mucho más en la cara cercana que en la cara opuesta, dejando una asimetría que sigue siendo un misterio. La nueva hipótesis sugiere que la corteza se hizo más gruesa en la cara opuesta, mientras que el magma se desplazaba hacia los lados, terminando mayormente en la cara cercana. El SPA se sitúa en la frontera entre la corteza rica en KREEP y la corteza más regular. “Las últimas gotas del magma terminaron en la cara cercana, donde hay concentraciones más altas de elementos radiactivos”, explicó Andrews-Hanna.
Implicaciones para Artemis y el futuro de la exploración
Este hallazgo resalta la importancia de la exploración humana: las misiones Artemis aterrizarán en el borde de la cuenca, el mejor lugar para estudiar el cráter más grande y antiguo y el material expulsado que se depositó sobre el interior lunar. Según el estudio, estas muestras podrían revelar aún más sobre la evolución temprana de la Luna de lo que se pensaba. “Con Artemis, tendremos muestras para estudiar aquí en la Tierra, y sabremos exactamente qué son”, afirmó el líder del estudio, Jeffrey Andrews-Hanna.
Lo que aún nos falta por entender
Este trabajo deja claro que aún hay mucho por aprender sobre nuestra vecina planetaria y que nuestro conocimiento no está escrito en piedra. Las muestras traídas por Artemis podrían confirmar, refutar o expandir estas ideas, ofreciéndonos una visión más completa de la historia de la Luna y de su interior. Como señaló Andrews-Hanna, las muestras podrían revelar aún más sobre la evolución temprana de la Luna de lo que se creía.