La lluvia constante de micrometeoritos amenaza en silencio la futura base lunar
La Luna no tiene atmósfera, ni clima, ni viento. Sin embargo, enfrenta un bombardeo invisible más implacable que cualquier tormenta terrestre: una lluvia constante de micrometeoritos, diminutos fragmentos de roca y metal que viajan a velocidades de hasta 70 kilómetros por segundo. A medida que la NASA, a través del programa Artemis, se prepara para establecer una base lunar permanente, entender esta amenaza silenciosa se ha vuelto crucial para mantener a los futuros astronautas seguros. Un nuevo análisis dirigido por Daniel Yahalomi cuantifica cuán intenso será este bombardeo. Usando el Modelo de Ingeniería de Meteoros de la NASA, los investigadores calcularon las tasas de impacto para una base lunar hipotética del tamaño de la Estación Espacial Internacional. Relacionado: NASA confirma la primera misión tripulada para orbitar la Luna en más de 50 años, prevista para 2026.
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Impactos y energías: entre 15 000 y 23 000 impactos al año
Entre 15.000 y 23.000 impactos al año desde partículas que van desde un microgramo hasta diez gramos. Estas no son colisiones suaves. Incluso una partícula con masa de apenas un microgramo, invisible a simple vista, impacta con suficiente energía para craterizar metal y perforar equipos. A diferencia de la Tierra, donde nuestra atmósfera gruesa vaporiza la mayor parte de los escombros antes de que alcancen la superficie, el vacío de la Luna no ofrece tal protección. Cada micrometeoroide que se acerca a la superficie lunar impacta a hipervelocidad.
La variabilidad por ubicación y la protección natural
La amenaza no es uniforme. Yahalomi y su equipo descubrieron que las tasas de impacto varían por ubicación, con los polos lunares experimentando la menor exposición, lo cual es una noticia favorable ya que la NASA ha fijado el polo sur como objetivo para su primera base Artemis. Las tasas de impacto más altas ocurren cerca de la longitud sub‑Tierra, la región que mira perpetuamente hacia nuestro planeta. Entre estos extremos, las tasas varían en un factor de aproximadamente 1,6. ¿Por qué importa la ubicación? La respuesta yace en la compleja relación de la Luna con la Tierra y el Sol. La órbita de la Luna protege ciertas regiones de flujos de meteoros, mientras que otras zonas permanecen más expuestas. Entender estos patrones ayuda a los planificadores de misiones a elegir sitios que ofrezcan protección natural junto con otras necesidades como acceso a hielo de agua y comunicación con la Tierra.
Protección y diseño: escudos Whipple para una base lunar
La protección será esencial independientemente de la ubicación. Los investigadores modelaron cómo los escudos de aluminio Whipple, los mismos sistemas de blindaje multicapa usados en la Estación Espacial Internacional, funcionarían en la Luna. Estos escudos funcionan fragmentando las partículas entrantes en una capa externa sacrificial, dispersando la energía del impacto antes de que alcance equipos críticos o paredes del hábitat. El análisis proporciona una relación matemática que describe cuántos impactos podrían penetrar el blindaje según las especificaciones del escudo y la ubicación. Esto permite a los ingenieros calcular el espesor exacto de la protección necesaria para reducir el riesgo a niveles aceptables sin añadir masa innecesaria a las estructuras lanzadas desde la Tierra. Para los astronautas que vivirán meses en una base lunar, esta lluvia casi invisible de escombros se convertirá en parte de la vida diaria, un recordatorio de que incluso en nuestro vecino más cercano, el espacio sigue siendo hostil. Este artículo fue originalmente publicado por Universe Today. Lea el artículo original.