Gran migración de sardinas peruanas: un fenómeno que se ve desde el espacio y alimenta a países enteros
¿Se puede ver un pez desde el espacio? Probablemente no. Pero cuando un cardumen se agrupa en una columna de 7 kilómetros de largo, la pregunta deja de parecer imposible. Hoy te contamos sobre la migración más grande de organismos vivos: las sardinas peruanas. Cada verano, innumerables sardinas se concentran frente a las costas de África austral y avanzan hacia el norte, rumbo al Océano Índico. Viajan en comunidad: es más seguro, y reduce el riesgo de convertirse en presa. Así nace un cardumen que puede medir hasta 7 kilómetros de longitud y 1,5 kilómetros de anchura. Y, según estimaciones no oficiales, podría ser incluso más extenso.
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Un movimiento gigantesco frente a África y hacia el Océano Índico
Cada verano, incontables sardinas peruanas se concentran frente a las costas de África austral y se dirigen hacia el norte, rumbo al Océano Índico. Este cardumen alcanza 7 kilómetros de largo y 1,5 kilómetros de ancho; algunas estimaciones dicen que podría ser incluso más extenso. Bajo este viaje se crea un ecosistema improvisado: delfines, tiburones y alcatraces aprovechan la abundancia, y la pesca humana también se beneficia de la migración.
Depredadores y observadores: una cadena de vida en movimiento
El gran viaje atrae un ecosistema de depredadores y curiosos. Hasta 18.000 delfines rodean la migración, miles de tiburones y alcatraces acechan entre las olas. Los delfines agrupan a las sardinas en bolas compactas y las empujan hacia la superficie. En la superficie, aves y peces depredadores se lanzan sobre la presa para alimentarse. Las ballenas también chocan contra la multitud para tragarse tantas sardinas como puedan. Los humanos no quedan al margen: durante un mes, la pesca puede superar las 300.000 toneladas. Los arrastreros llenan sus bodegas, y los pescadores locales bromean que la sardina parece morder incluso cucharas de helado de plástico. Este flujo migratorio sostiene a una parte de la economía local y atrae a buzos y fotógrafos de todo el mundo, que documentan el fenómeno para el resto del planeta.
¿Por qué migran? Dos hipótesis posibles
Primera hipótesis: el afloramiento. Cada verano, vientos fuertes desplazan las aguas superficiales y hacen subir aguas frías y ricas en materia orgánica desde las profundidades. En esas aguas abundan el plancton y otros alimentos que atraen a las sardinas. Muchas mueren en el camino, pero cada hembra que sobrevive dispone de miles de huevas sanas y grandes. Segunda hipótesis: un impulso genético. Parte de la población podría estar programada para avanzar al norte cada vez que la temperatura del agua frente a África cae por debajo de 21 °C. Al llegar al Océano Índico, se dispersan y desovan; después regresan en grupos pequeños a través de corrientes profundas, evitando llamar la atención de humanos y depredadores. En el Océano Índico se han hallado huevos de sardina, lo que sería una prueba indirecta de esta idea.
Qué sabemos y qué no: impacto humano y ecológico
¿Qué beneficio obtienen las sardinas de esta migración? No está totalmente claro. Muchas sardinas suelen quedarse cerca de su lugar de nacimiento para reproducirse, pero una parte de la población sí emprende este viaje de miles de kilómetros. Para los humanos, la migración sostiene a la economía regional: durante un mes se pueden capturar hasta 300.000 toneladas, y el fenómeno atrae a buzos y fotógrafos que permiten que el mundo admire estas imágenes. En definitiva, es un fenómeno natural impresionante que nos recuerda la escala y la complejidad de la vida marina. Con ustedes, el Libro de los Animales.