Escort secretos de la profesión más antigua sin glamour ni prejuicios
Dicen que el sexo se vende siempre. «La profesión más antigua» es un cliché que repetimos casi sin pensar. Pero tras esta frase se esconde un mundo entero, mucho más complejo y multiforme que las imágenes habituales de las películas clasificadas como 18+. Escort no es solo cuerpo y dinero. Es juego, estatus, emociones, teatro de relaciones que se representa por acuerdo mutuo. Y si la prostitución siempre ha sido «el piso inferior» de esta historia, el escort es algo así como un penthouse de lujo. Cuando pensamos en «escort», inevitablemente se nos viene a la mente un mundo moderno con coches caros, fiestas y pactos secretos. Pero si profundizamos en la historia, queda claro que todo esto siempre existió. En la Grecia clásica, las hetairai vivían en las mejores casas, sabían debatir sobre filosofía y podían influir en las decisiones de los políticos. En Japón, las geishas, maestras de crear ambiente, música y juego sutil. En Europa, las cortesanas, amantes de reyes, musas para poetas e influyentes figuras en la política tras bambalinas. Lo que hoy llamamos escort es sólo una envoltura moderna de una idea muy antigua: los ricos e influyentes siempre estuvieron dispuestos a pagar por la atmósfera, por la atención, por la ilusión de un compañero perfecto. En la conciencia colectiva, la prostitución y el escort son casi sinónimos. Pero si preguntamos a los propios actores del mercado, ellos separan con fuerza estos conceptos. Prostitución es, dicho en palabras simples, «un acto a precio». Escort es tiempo, atención, compañía. El sexo puede ser parte del trato, o puede no entrar en absoluto. Se puede decir así: la prostitución satisface la fisiología, el escort las necesidades sociales y psicológicas.
In This Article:
- La historia como telón de fondo de una idea milenaria
- La diversidad legal en el mundo y qué significa para las personas
- Entre la intimidad y la imagen pública
- Más allá de lo femenino: el escort masculino y sus clientas
- El mercado y sus protagonistas: agencias, portafolios y VIP
- La sociedad como espejo
- Conclusión
La historia como telón de fondo de una idea milenaria
Lo asombroso es que aquí, en la delgada frontera entre «sexo comprado» y «atención comprada», late el nervio principal del debate. Unos dicen: si es por dinero, entonces es lo mismo. Otros responden: si alguien sale a cenar con alguien y lo íntimo queda solo como posibilidad, eso es un nivel completamente distinto. Y aquí empieza lo más interesante. La prostitución se percibe de forma diferente en distintos países. En algunos lugares es un delito, en otros una infracción administrativa, y en otros una profesión plenamente legal. Por ejemplo, en los Países Bajos, el « Barrio Rojo » de Ámsterdam no es clandestino, sino una atracción turística. En Alemania, los trabajadores sexuales pagan impuestos y tienen seguros médicos. En Suiza, Austria y algunas regiones de Australia, la prostitución también es legal, y el Estado vela por la seguridad, no por la «moral». Curiosamente, en la Rusia zarista del siglo XIX la prostitución también era legal. Una mujer que decidía trabajar «en esa parte» recibía el llamado «billete amarillo». Este le daba derecho a ejercer la profesión, pero al mismo tiempo le quitaba muchos otros derechos sociales: no podía casarse, estudiar en una escuela secundaria, trabajar en lugares «decentes». En esencia, era una marca legalizada. El poder soviético, cuando llegó al poder, «cerró la tienda»: oficialmente la prostitución fue declarada «un vestigio de la sociedad burguesa». Pero, como se sabe, la realidad siempre es más compleja que los lemas — y la sombra del mundo clandestino continuó existiendo. Hoy, sin embargo, tenemos un panorama diverso: en algunos países el escort y la prostitución están totalmente clandestinos, en otros regulados y legales, y en terceros (por ejemplo, Estados Unidos) todo depende del estado.
La diversidad legal en el mundo y qué significa para las personas
No existe una respuesta universal. Para unos, es una imagen: aparecer en un evento social no solo acompañado, sino con una acompañante impactante. Para otros, la posibilidad de descansar del matrimonio o de la soledad, de obtener la ilusión de ligereza y de enamoramiento «por horas». También hay un factor de control. En relaciones reales siempre hay riesgo de malentendidos, escándalos, celos. En el escort todo se pacta de antemano: tiempo, guion, incluso el papel que interpreta la acompañante. Son relaciones sin compromisos — precisamente por eso son tan atractivas. Y, por supuesto, el misterio. Los hombres exitosos (y también las mujeres) a menudo no pueden permitirse romances públicos. El escort se convierte en la forma de «tenerlo todo», pero manteniéndose a salvo.
Entre la intimidad y la imagen pública
Este tema ha fascinado durante mucho tiempo al cine y la literatura. Recuerden «Pretty Woman» con Julia Roberts — la historia de una prostituta que se convierte casi en una princesa de cuento. O la serie «The Girlfriend Experience», donde una estudiante de derecho lleva una doble vida: de día, una futura abogada; por la noche, escort. El cine europeo clásico, «Belle de Jour» de Buñuel, donde la protagonista se transforma de día en cortesana, aunque pertenezca a la alta sociedad. ¿Por qué nos atraen tanto estas historias? Porque en ellas se entrelazan lo prohibido y lo romántico, lo pragmático y lo pasional. Es una dramaturgia lista para filmar, lista para una serie o una novela.
Más allá de lo femenino: el escort masculino y sus clientas
Sí, escort no es solo mujeres para hombres. También hay escort masculino, y la demanda no es tan pequeña. Las mujeres exitosas y acomodadas también quieren sentirse en el centro de la atención, recibir cumplidos, experimentar romance — aunque sea por contrato. Además, el escort masculino, sorprendentemente, tiende a tener un sesgo psicológico. Las mujeres buscan más las emociones que la física: apoyo, conversación, la sensación de que hay un compañero atento y caballeroso a su lado.
El mercado y sus protagonistas: agencias, portafolios y VIP
Escort es un mercado. Existen agencias que actúan como intermediarias, ofreciendo un «portafolio» de acompañantes. También hay personas que trabajan de forma independiente, construyendo su marca personal a través de redes sociales, clubes cerrados y el boca a boca. Existe el segmento VIP, donde un fin de semana en Europa con una mujer puede costar decenas de miles de dólares. También está la clase media, donde las cifras se comparan con una buena paga por una noche. Para algunos es un ingreso temporal, para otros una profesión, y para algunos un boleto al mundo de la riqueza, los viajes y las conexiones influyentes.
La sociedad como espejo
¿Por qué la cuestión del escort y de la prostitución nunca desaparece? Porque es un espejo de la sociedad. La sociedad siempre está dispuesta a pagar por aquello que le falta. A unos les falta amor, a otros reconocimiento, a otros simplemente un cómodo «guion». Y el escort ofrece eso: vende la ilusión. A veces por cien dólares, a veces por cien mil. Se puede calificar o admirar, pero negar queda inútil: la profesión más antigua y sus formas modernas son parte de nuestra civilización. Han existido bajo los zares, bajo el poder soviético, ahora existen y existirán mañana.
Conclusión
Se puede juzgar o admirar, pero negar es inútil: la profesión más antigua y sus formas modernas son parte de nuestra civilización. Han existido bajo los zares, bajo la autoridad soviética, existen ahora y existirán mañana.