Entre miedo, necesidad y adrenalina: la Ruta de la Muerte de los Yungas
A más de 4.600 metros sobre el nivel del mar, donde cada inhalación cuesta esfuerzo, se abre una de las rutas más legendarias de Sudamérica: la Ruta de los Yungas, conocida popularmente como la Ruta de la Muerte. Con 64 kilómetros que conectan La Paz con la región de los Yungas, la carretera desciende unos 3.000 metros y pone a prueba la resistencia, la atención y el valor de quien la recorre. Lo que empezó como una vía de conexión se convirtió en un símbolo estremecedor: un duelo entre la mente humana y la inmensidad de la montaña, una frontera entre vida y muerte que persiste en la memoria de Bolivia.
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Origen brutal: construida a mano por prisioneros de guerra paraguayos tras la Guerra del Chaco
La carretera se inició en los años 1930, forzada por prisioneros de guerra paraguayos tras la Guerra del Chaco. Fueron obligados a abrirla a pulso, atravesando los Andes prácticamente inexpugnables. Cada metro fue arrancado de la roca a costa de vidas. Las estimaciones sitúan las muertes entre 600 y varios miles durante la construcción. El resultado fue una ruta que, desde su origen, exige una voluntad extraordinaria para atravesarla.
El nombre y las tragedias que han dejado su marca
El nombre se adoptó oficialmente en 1999 después de una serie de accidentes, entre ellos el de un autobús en el que murieron ocho turistas israelíes. El accidente más recordado ocurrió el 24 de julio de 1983, cuando un autobús con más de cien pasajeros cayó desde un precipicio de 300 metros. Las cifras exactas de víctimas no están claras, ya que muchos incidentes no quedan registrados; sin embargo, cada año se pierden varias personas en la ruta.
Peligros actuales: sin barreras, estrecha y clima impredecible
La sección no tiene barandales y, en las zonas más angostas, la calzada llega a apenas tres metros de ancho, permitiendo un tránsito de dos sentidos. El clima puede cambiar en segundos: niebla densa, lluvias torrenciales que vuelven la carretera fangosa y resbaladiza, y desprendimientos que transforman las rocas en cascadas que golpean la calzada. Curiosamente, aunque Bolivia es de derecha, la Ruta de los Yungas se conduce por la izquierda para que el conductor sentado a la izquierda tenga mejor control del borde; cuando dos vehículos se cruzan, manda quien va subiendo, porque frenar cuesta abajo es especialmente difícil.
De la carretera mortal a un atractivo turístico: la metamorfosis y su futuro incierto
En 2007 se inauguró una nueva carretera paralela: asfaltada, ancha y con barandillas y drenaje. La vieja vía fue cerrada para camiones y autobuses. Aun así, la ruta antigua renació como un atractivo extremo: turistas de todo el mundo bajan en bicicleta desde casi 5.000 metros de altura hacia la selva tropical. Hoy el descenso se realiza en tours: los visitantes suben en microbús hasta el inicio, reciben bicicletas y cascos, y descienden por un tramo de un solo sentido en aproximadamente cuatro horas, con supervisión de instructores y un coche de apoyo para quien decida abandonar. En 2020, dos ciclistas franceses, ignorando prohibiciones, alcanzaron 60 km/h y cayeron 250 metros, recordando que la naturaleza no tolera la imprudencia.