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El golpe definitivo a la mayor red de robo de móviles de Reino Unido: Bulgaros en un suburbio de Londres y un rascacielos de Hong Kong lleno de millones de teléfonos robados

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A las 5 de la mañana, un fuerte ruido de botas rompe el silencio de un suburbio tranquilo en Enfield. Un colectivo de agentes de orden público, cubiertos con PPE y pasamontañas, rodea una casa de finales de la década y golpea la puerta con un ariete. El despacho de una inteligencia que parecía modular se convierte en acción: la puerta cae, y la incursión está en marcha. En pocos minutos, una diminuta mujer búlgara con una bata morada es sacada en forcejeo y llevada a una furgoneta policial; poco después, un hombre con camiseta roja, shorts y chanclas recibe un destino similar. Este asalto es solo una parte de 30 redadas simultáneas en Londres esa madrugada, formando una acción de 300 agentes destinada a detener a ladrones, intermediarios y cabecillas en lo que se describe como la epidemia de robo de teléfonos de la capital. Dos días antes, dos líderes de una banda afgana, sospechosos de exportar 40.000 teléfonos robados en un año, fueron detenidos en la calle al ser sacados de su coche. Aparecen nombres, bandos y procedimientos, pero la historia conectaba ya océanos. En la escena local de Enfield, la familia de la ciudad se ve sumergida en una investigación que apunta al corazón del negocio: un entramado que trae teléfonos sustraídos a mano de residentes de Londres para un mercado internacional que opera sin fronteras.

El golpe definitivo a la mayor red de robo de móviles de Reino Unido: Bulgaros en un suburbio de Londres y un rascacielos de Hong Kong lleno de millones de teléfonos robados

Operación Echosteep: 30 redadas simultáneas, 300 policías y una red que conectaba ladrones, intermediarios y cabecillas

La operación Echosteep, que Scotland Yard presentó como una reconfiguración de la lucha contra el robo de teléfonos, implicó la captura de responsables a todos los niveles de la cadena: desde ladrones en la calle hasta intermediarios y líderes. En Enfield, la redada mostró cómo una ciudad tranquila puede ser el eslabón de un crimen que cruza fronteras. El propio caso de Enfield se inscribe en una serie de acciones coordinadas; dos días antes, dos afganos apodados como Heron y Seagull fueron detenidos en un vehículo de exportación de dispositivos. El objetivo era claro: cortar la logística que mueve miles de teléfonos robados hacia mercados internacionales como China y Hong Kong, y, al mismo tiempo, desmantelar un taller móvil que parecía operar desde una furgoneta adaptada a un tipo de chop shop. Los números hablan por sí solos: 30 operaciones simultáneas, 300 agentes, y un esfuerzo que, según las autoridades, busca revertir la mala fama de la ciudad como capital europea del robo de teléfonos.

Operación Echosteep: 30 redadas simultáneas, 300 policías y una red que conectaba ladrones, intermediarios y cabecillas

Del Kowloon húmedo a Enfield: cómo un robo global encontró su ruta

Lo que comenzó en la humedad sofocante de Kowloon y se conectó con los inmensos rascacielos de Kwun Tong reveló un mapa de distribución global. En julio, un equipo de Daily Mail recorrió las oficinas donde cajas con miles de iPhones de origen diverso se apilaban dentro de unidades comerciales en el bullicioso distrito de Kwun Tong. En ese momento, había más de un millón de teléfonos usados a la venta, de distintas marcas y condiciones, preparados para su venta hacia el mundo. La cadena de suministro aparentaba ser sofisticada: una vez que máquinas y distribuidores locales recogían el botín, el siguiente salto era el mercado internacional. El teléfono podría cambiar de manos por entre 200 y 400 libras, dependiendo del canal de venta y la demanda de cada región. Según un detective, gran parte de la demanda fuera de Europa y Estados Unidos se debe a que los dispositivos fabricados en China suelen restringir el acceso a ciertas funciones, de modo que los mercados europeos y estadounidenses se vuelven obreros para productos usados. La ruta final de la mercancía culmina en Hong Kong, un puerto internacional con la infraestructura para convertir un cargamento de teléfonos robados en un negocio global. Un empresario indio, que compraba para su tienda de electrónica, lo dejó claro: «Hong Kong es el mejor lugar del mundo para encontrar cada modelo al mejor precio. Los márgenes son estrechos, pero si compras al por mayor, es perfecto.»

Del Kowloon húmedo a Enfield: cómo un robo global encontró su ruta

El negocio explicado: precio, rutas y demanda internacional

Cada teléfono robado tiene un valor potencial para el vendedor intermediario: entre 200 y 400 libras por dispositivo, dependiendo de la demanda y del canal de venta. Gracias a una logística global y a una demanda internacional creciente, ese teléfono puede valer mucho más al otro lado del mundo. En el caso londinense, informes oficiales señalan que entre un tercio de los teléfonos robados terminan en Argelia, un 20% en China continental y un 7% en Hong Kong. Una realidad clave: la mayoría de teléfonos producidos en China no permiten el acceso libre a Internet, lo que crea una demanda por dispositivos europeos y estadounidenses de segunda mano. Hong Kong, con su estatus de puerto internacional y su infraestructura, se presenta como el hub ideal para enviar millones de teléfonos robados a su destino final. Un empresario del sector explicó: «Hong Kong es el mejor lugar del mundo para encontrar cada modelo a los mejores precios.» La operación, denominada Echosteep, mostró la intención de reformar la imagen de Londres como la capital del robo de teléfonos en Europa, pero también reveló la compleja cadena de suministro que alimenta este crimen a escala mundial.

El negocio explicado: precio, rutas y demanda internacional

Lo que dejó Echosteep: cifras, detenidos y la advertencia de que la lucha no ha terminado

En las dos semanas posteriores, la policía reportó 46 detenciones relacionadas con robos de teléfonos, 49 órdenes de registro y la recuperación de más de 2.000 teléfonos sustraídos. También se decomisaron más de £200.000 en ingresos criminales y 4.000 iPhones se encuentran en la sala de evidencias de una comisaría de oeste de Londres. El comisario Sir Mark Rowley llamó a Echosteep «el mayor operativo de lucha contra el robo de teléfonos que jamás ha ocurrido en el mundo», un logro que, según las autoridades, representa un golpe significativo a una red que ha ensombrecido las calles británicas durante años. Sin embargo, advierten que, mientras existan compradores en el extranjero dispuestos a pagar grandes primas y mientras no existan mecanismos efectivos como los "kill switches" para desactivar dispositivos robados, no debe haber complacencia. Entre las personas arrestadas se encuentra Kymani Wilson, quien fue condenada por robar teléfonos mientras iba en e-bikes junto a Parkinson. La investigación continúa, y la fuerza promete seguir desmantelando la cadena de suministro que alimenta este crimen a nivel global.

Lo que dejó Echosteep: cifras, detenidos y la advertencia de que la lucha no ha terminado