El ajo que brota puede ser más nutritivo, pero hay una regla que nadie debe ignorar
El ajo que ha germinado no es peligroso para comer; al brotar, sus antioxidantes se fortalecen. Pero su sabor y su textura cambian, y puede adquirir una nota amargada si se usa en platos donde el ajo es la estrella. Como advierte Elisa Pietrantonio, editora senior de Taste: “En platos donde el ajo es la atracción principal, los dientes frescos son la mejor opción.” La recomendación general es clara: reserva el ajo brotado para recetas que requieren cocción y en las que el ajo actúe como un sabor suave.
La ciencia del brote: cómo cambia el sabor y su uso
El proceso de brotación desencadena una reacción química que reduce el contenido natural de azúcares del ajo, lo que lo vuelve ligeramente más amargo. Aun así, el sabor no es necesariamente desagradable: muchos lo describen como una nota herbácea suave. Según Chowhound, es un mito que los brotes necesariamente amarguen el plato: “son más bien una nota herbácea suave.” Para su uso práctico, Elisa añade: “Guarda el ajo brotado para platos que se cocinan bien y donde el ajo se use como un realzador suave.” En comidas de cocción lenta, ese amargor se nota menos, por lo que es ideal para cazuelas, curry o chili con carne. Además, los brotes conservan una textura delicada y pueden realzar ensaladas y salteados.
Guía rápida para usar y almacenar ajo germinado
Uso recomendado: en platos que requieren cocción prolongada, para que el sabor del ajo se integre sin dominar el plato. Ejemplos: pan de ajo crujiente, pollo con ajo y aderezos caseros con un toque suave. No deseches los brotes: su textura delicada y sabor herbáceo pueden realzar ensaladas y salteados. Para evitar que el ajo brote, guárdalo en un lugar fresco, seco y oscuro con buena ventilación, idealmente entre 15 °C y 20 °C. Evita la nevera y las bolsas de plástico, ya que favorecen el brotado y la descomposición. Con este manejo, puedes convertir un ingrediente común en un toque de sabor especial.