Bitcoin fue solo el principio y lo que viene después según Barry Silbert
Barry Silbert ha vuelto — y esta vez no habla solo de dinero, sino del futuro. La historia que lo convirtió en una figura clave de Wall Street en el mundo cripto empieza mucho antes de que Bitcoin fuera visto como un sistema. En 2011, Silbert no era un cripto-titán. Era un banquero de inversiones cansado de Wall Street, buscando algo con sentido. Se topa con Bitcoin: un texto, un podcast, una conversación. En lugar de descartarlo, como muchos, durante seis meses lee todo lo que encuentra. Y toma una decisión que cambiaría su vida: si no lo prueba ahora, se arrepentirá para siempre. Compra Bitcoin a 7–8 dólares. Ve que sube a 30. Luego cae a 5. Éxito, luego dudas. Pero en lugar de salir, empieza a construir infraestructura. No tokens. No especulación. Herramientas que permitan a otros entrar. Así nace Grayscale — Bitcoin empaquetado de una forma que las instituciones pueden comprar. Más tarde DCG se convierte en un paraguas bajo el que crecen Genesis, Foundry, CoinDesk y decenas de startups. Silbert se convierte en la puerta por la que el capital tradicional entra en cripto. Y entonces llega 2022: el mercado se desploma. Luna, Three Arrows Capital, Genesis da un golpe, DCG debe decidir si apartarse o intervenir con su propio balance para estabilizar el sistema. Entra. Lo salva. Y justo cuando el polvo no se ha asentado, llega FTX. Ese es el momento en que Silbert dice que no desaparece la liquidez, desaparece la confianza. El pánico se extiende, y Genesis entra en bancarrota. Internet se llena de acusaciones, mentiras y teorías; aparecen amenazas, incluso amenazas de muerte. Pero en paralelo, su hija recibe quimioterapia. A partir de esa experiencia, el discurso cambia: ya no se trata de dinero, sino de significado, riesgos y futuro. Hoy su hija está libre de cáncer. La empresa ha sobrevivido. Y Silbert no se retira; vuelve a mirar hacia adelante, pero no hacia el siguiente token. Habla de algo más profundo: la inteligencia descentralizada. Su nueva obsesión es Bittensor — una red que no ve la IA como un producto de unas pocas corporaciones, sino como una competencia global de ideas, modelos, datos e inteligencia. Cada persona puede contribuir y ser recompensada. No por un permiso, sino porque la red valora cada aporte. Así como Internet fue un web de información, Bittensor es un web de inteligencia. Y lo más importante: esto no es un proyecto financiado por VC ni cerrado a jugadores privilegiados. Es, en su esencia, semejante a Bitcoin en 2012: todos los que están dentro, están dentro porque creen y construyen. Silbert no sabe exactamente qué saldrá de esto, y eso es lo que lo entusiasma. Nadie podría haber previsto Uber en 1995, ni YouTube. Pero todos sabían que Internet cambiaría el mundo. Lo mismo ocurre aquí: no es una mera inversión, es una nueva capa de la realidad. Tal vez por eso sus palabras pesan más que las de cualquier influencer: ha sobrevivido a lo peor y, sin embargo, está exactamente donde muchos no se atreven a estar: al inicio.
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La vuelta de Barry Silbert
Barry Silbert regresa — y esta vez no habla solo de dinero, sino del futuro. En 2011 no era un cripto-titán. Era un ex banquero de inversiones cansado de Wall Street, buscando algo con sentido. Por casualidad se topa con Bitcoin — un texto, un podcast, una conversación. En lugar de descartarlo, durante seis meses lee todo lo que existe. Y decide: si no lo prueba ahora, se arrepentirá para siempre. Compra Bitcoin a 7–8 dólares. Ve cómo sube a 30, luego cae a 5. Éxitos y dudas. Pero, en lugar de salir, empieza a construir infraestructura: herramientas para que otros entren. Así nace Grayscale — Bitcoin empaquetado para que las instituciones puedan comprarlo. Más tarde DCG se convierte en paraguas bajo el que crecen Genesis, Foundry, CoinDesk y decenas de startups. Silbert se convierte en la puerta por la que el capital tradicional entra en cripto.
Grayscale y la entrada del capital tradicional en cripto
Así nació Grayscale — Bitcoin empaquetado para que las instituciones lo compren. DCG se convirtió en el paraguas bajo el que crecieron Genesis, Foundry, CoinDesk y decenas de startups. Silbert se convirtió en la puerta por la que entra el capital tradicional en cripto.
La tormenta de 2022
Y entonces llega 2022: el mercado se desploma. Luna, Three Arrows Capital — el mayor deudor en el sistema, del que nadie sabía cuánta exposición tenía. Genesis, como jugador central, recibe un golpe. DCG debe elegir: apartarse o entrar con su propio balance para estabilizar el sistema. Ellos entran. Lo salvan. Y justo cuando la polvareda no se ha asentado, llega FTX. En ese momento, Silbert afirma que no desaparece la liquidez, sino la confianza. Pánico bancario. Cada uno retira sus fondos. Genesis entra en bancarrota. Internet se llena de acusaciones, mentiras y teorías. Amenazas. Amenazas de muerte. A la par, su hija está en quimioterapia. La historia deja de ser solo de dinero: mientras la empresa enfrenta ataques legales y mediáticos, él está en el hospital. Trata de mantener la calma para su hija. Esa experiencia cambia su visión para siempre: comprende lo que realmente significa el riesgo y el futuro.
Hoy: la inteligencia descentralizada y Bittensor
Hoy Silbert habla de algo más profundo que el siguiente token: la inteligencia descentralizada. Su nueva obsesión es Bittensor — una red que no ve la IA como un producto de unas pocas corporaciones, sino como una competencia global de ideas, modelos, datos e inteligencia. Cualquiera puede contribuir y ser recompensado. No por un permiso, sino porque la red valora su aporte. Como Internet fue un web de información, Bittensor sería un web de inteligencia. Y no es un proyecto con VC ni contratos cerrados. No hay jugadores privilegiados. Como Bitcoin en 2012, todos los que están dentro lo hacen porque creen y construyen. Silbert no sabe exactamente qué saldrá de esto, y eso lo emociona. Nadie podría predecir Uber en 1995 o YouTube; pero todos sabían que Internet cambiaría el mundo. Aquí también se trata de una nueva capa del mundo, no de una inversión. Y quizá por eso sus palabras pesan más que las de cualquier influencer: ha sobrevivido a lo peor y aun así está en el inicio.