«30 millones de chinos viven en casas subterráneas»: una vivienda por 17 mil rublos en lugar de un departamento, la nueva tendencia del mercado inmobiliario chino
La imaginación de descender por una escalera estrecha hacia el subsuelo y encontrarse con un apartamento acogedor, con Wi‑Fi y televisión, deja de ser ficción. Es la realidad para millones de chinos que buscan una salida a la crisis de vivienda. China es un país de contrastes: mientras unos sueñan con misiones en Marte, otros se acomodan en estas viviendas subterráneas llamadas yao-dun, o casas-cueva modernas. Según investigaciones sociológicas, más de 100 millones de chinos viven por debajo de la pobreza y otros tantos se mantienen al borde de la prosperidad. La vivienda tradicional es un lujo, y los diminutos apartamentos de dos metros cuadrados no resultan atractivos.
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La crisis de la vivienda en China y el auge de las yao-dún modernas
La idea de vivir bajo tierra se ha convertido en una solución para muchos que no pueden permitirse un techo digno. Las yao-dún están ganando popularidad como respuesta a la brecha entre el costo de la vivienda y lo que la gente puede pagar. Aunque su origen es antiguo, las yao-dún modernas no son cavernas del pasado. «Nuestras viviendas subterráneas no tienen nada que envidiar a las normales», afirma Li Wei, administrador de un complejo en las afueras de Pekín. «La única diferencia es la ausencia de ventanas, pero los sistemas de ventilación modernos resuelven este problema». La ubicación de estos asentamientos está cuidadosamente planificada: cerca de grandes ciudades para permitir a los residentes desplazarse fácilmente al trabajo.
Ubicación, costos y vida cotidiana en las yao-dun
En alquiler, un pequeño estudio en las afueras de Pekín se consigue por unos 650 dólares al mes; una habitación en el centro de la ciudad puede costar 2.800 dólares. En cambio, una vivienda subterránea cuesta entre 50 y 170 dólares al mes (de 5.000 a 17.000 rublos). La proximidad a las grandes ciudades facilita ir al trabajo cada día. Además, los residentes deben pagar por servicios y uso de zonas comunes, pero el costo total sigue siendo mucho menor que el de las viviendas convencionales.
Aislamiento natural y ahorro de energía
Pero estas viviendas no son simples soluciones económicas: son casas energéticamente eficientes gracias a su aislamiento natural. Según Zhang Yun, profesor de arquitectura en la Universidad de Pekín, «Las yao-dún son viviendas ecológicas que economizan energía. Gracias al aislamiento natural, los residentes ahorran significativamente en calefacción en invierno y en climatización en verano». Esta eficiencia energética se convierte en un beneficio real para las familias que viven bajo tierra.
Yan Zalin y Shaanxi: un renacimiento de la historia bajo tierra
Uno de los ejemplos más impactantes es la aldea de Yan Zalin. «Aquí no solo hay vivienda, sino una comunidad», afirma el dueño del complejo. Aquí conviven personas solas y familias que han encontrado su hogar bajo la tierra. En una antigua aldea de la provincia de Shaanxi, situada en una meseta de loess, aún existen zemlynki (casas subterráneas) construidas hace 4.000 años. «Cada casa aquí es una historia viva», comenta el historiador Zhao Min. «La vivienda más antigua conservada tiene más de 300 años». Estas viviendas sobreviven gracias a su propia economía, cultivando verduras y criando animales. Hoy la aldea vive un renacimiento inesperado y se convierte en un destino turístico popular. El gobierno ha reconocido las casas supervivientes como patrimonio cultural y la meseta de loess como zona protegida. Turistas de todo el mundo las visitan para experimentar la antigua tradición y vivir una auténtica yao-dún histórica. Comparte tus pensamientos en los comentarios y dale me gusta si aprendiste algo nuevo sobre la vida en las yao-dún modernas.