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2600 años antes de nuestra era: la morera que encendió la seda y un secreto que podría costarte la vida

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En China, según la leyenda, la emperatriz Si Linshi bebía té bajo un árbol de morera cuando un capullo de gusano de seda cayó en su taza. El calor ablandó el capullo y, al intentar sacarlo, se desenrolló una hebra de seda. Así nació la Era de la Seda, un material cuyo secreto estuvo protegido por la muerte para quien lo revelara. Este árbol humilde, la morera, se convirtió en el sostén de una de las industrias más codiciadas del mundo, y su historia resiste más allá de la seda: es una lección de paciencia y de misterio.

2600 años antes de nuestra era: la morera que encendió la seda y un secreto que podría costarte la vida

La morera: árbol que hizo posible la seda

La morera, también llamada árbol de la morera (Morus), pertenece a la familia Moraceae y crece prácticamente en cualquier lugar cálido: desde China hasta África, del Mediterráneo a América. En Rusia, los primeros morales aparecieron en tiempos de Iván el Terrible, cuando el zar soñaba con una producción de seda local, pero el clima resultó ser demasiado duro para los gusanos. Aunque Pedro I y Catalina II intentaron desarrollar una industria de seda, el esfuerzo no prosperó. Aun así, los morales se afianzaron en el sur y hoy regalan frutos deliciosos a las comunidades locales.

La morera: árbol que hizo posible la seda

Lo que llamamos bayas de la morera no son bayas verdaderas

Lo más curioso es que lo que llamamos bayas de la morera no son bayas verdaderas. Son infrutescencias formadas por muchas pequeñas drupas, parecidas a la frambuesa o a la zarzamora. Sus colores varían entre blanco, rosado, rojo, violeta y casi negro; el tono depende de la especie, no de su madurez.

Lo que llamamos bayas de la morera no son bayas verdaderas

El huésped más exigente del mundo: el gusano de seda

Las orugas de la seda se alimentan exclusivamente de hojas de morera blanca (Morus alba). En 30 días de vida, una oruga consume alrededor de 40 gramos de hojas, lo que equivale a 40 000 veces su peso al nacer. Para sostener la industria, los árboles se podaban para favorecer hojas tiernas, y existían tratados sobre cuándo fertilizar, recoger y almacenar las hojas. También se formaron prácticas culturales: en Japón y China se modela el árbol como bonsai; en Asia Central se usan para crear pabellones llamados ayvans; en Europa se poda la morera en formas geométricas para el diseño de jardines.

El huésped más exigente del mundo: el gusano de seda

De la planta a la ciencia: un legado que trasciende la seda

Hoy la morera inspira ciencia y medicina. Los frutos contienen resveratrol, el antioxidante famoso por su presencia en el vino, y las hojas son ricas en flavonoides que ayudan a regular la glucosa. La corteza tiene propiedades antiinflamatorias y las raíces se usan en la medicina china para la tos y la hinchazón. Pero lo más sorprendente es japonés: se descubrió que una proteína de las hojas, utilizada por los gusanos para digerirlas, puede usarse para crear piel artificial para quemaduras. En China se dice: “Planta un árbol de morera y tus bisnietos te dirán gracias.” En la era de Instagram y cuencos de smoothie, la morera parece fuera de moda, pero su grandeza está en estar aquí y ahora, para quienes la cuidan. Este artículo no ha recibido publicidad; si te interesan las historias de plantas, apoya el proyecto con cualquier cantidad. Cada donación amplía la posibilidad de contar otra historia del mundo botánico: https://dzen.ru/knigarasteniy?donate=true

De la planta a la ciencia: un legado que trasciende la seda